Murieron tres de mis hermanos. No pude hacer nada… 

 

Iban a comer como siempre luego de dar una vuelta por los corales, y de repente, quedaron quietos, inertes, sin vida. Cayeron al fondo del océano y no me pude ni despedir. Creí que estábamos en un lugar seguro, era nuestro hogar, era el coral, él que nos protegía de cualquier peligro, la que en sus caminos nos brindaba comida en el mar Caribe. 

 

Cuando sucedió esto empecé a escuchar más rumores sobre varios peces que también habían muerto de la misma manera. No entendía por qué se estaban muriendo. Las algas, nuestra comida, nunca fueron una dificultad y tampoco para algunos peces que comían huevos u otros animales, la naturaleza nos daba lo necesario, ahora ¿por qué nos mataba?, o ¿eran otra vez los humanos?

 

Salí dos días después de enterarme de las muerte de varios tipos de peces, salí a buscar respuestas. No quería que mis padres, ni mi numerosa familia, ni mis futuros hermanos murieran igual. La familia Jurel somos un linaje de millones de años, no podemos desaparecer y ya. Incluso aunque los pescadores nos acechen frecuentemente, tenemos que luchar por todas nuestras generaciones. 

 

Tenía que empezar mi viaje para salvar mi especie, a cada animal de mi arrecife. Nadé tanto que me crucé con medusas y pasé con mucho cuidado sin hacer ruido,  luego cuando me sentí en confianza les pregunté si ellas sabían algo y aunque al principio querían picarme, se asustaron tanto con la historia que me contaron que aunque ellas no estaban muriendo por la comida, sí se enredaban todo el tiempo con un material raro, uno que las envolvía hasta dejarlas sin energía.

 

 —Una vez me pasó eso a mí -dijo la medusa más jóven- me puse a jugar y me enredé, era una bolsa, así le dicen los humanos.

 

Yo estaba muy confundido, creí que no tenía nada que ver con la muerte de mis hermanos, pero estaba muy equivocado. ‘La bolsa’ era el inicio del problema. Me despedí y seguí nadando a ver qué encontraba. Llegué a donde se reunían los tiburones, quedé perplejo por su tamaño, medían mil veces más que yo. 

 

 —¿Qué te trae por aquí carnada pequeña?

 

Cuando me dijo carnada, quería salir corriendo, pero tenía que preguntarles también a ellos. Les narré mi historia y quedaron muy preocupados, ellos también estaban pasando por un momento difícil: en Colombia, acababan de aprobar la caza de tiburones para obtener sus aletas, muchos de sus familiares habían muerto así. Por eso decidieron ayudarme, me dijeron que ellos a veces comían botellas de plástico, que eso era un elemento de los humanos dizque para tomar agua, la usaban y la botaban al mar, los tiburones sin saber se comían eso. 

 

 —A una cría que murió hace poquito le encontraron en el estómago una botella de esas, de plástico -dijo uno de los tiburones.

 

Mientras yo escuchaba cada historia pensaba en ir a buscar una bolsa y una botella a ver cómo eran. Cuando las encontré me di cuenta que eran del mismo material, ‘plástico’, supongo que así se llama. Era momento de seguir, no sabía aún si todo lo que estaba aprendiendo servía de algo, nadé entre seres que para mi eran desconocidos, peces loro, tortugas carey y otras especies hermosas. A lo lejos, encontré una tortuga llorando, estaba atrapada en unos anillos y para mi sorpresa, eran de plástico. Esas bolas en donde la tortuga estaba tan metida no le permitían nadar bien porque su caparazón empezó a quebrarse. Me puse a su lado y traté de ayudarla, pero mis aletas eran muy pequeñas, traté de morderlo, sabía horrible, pero ni así pude liberar a carey.

 

 —No te preocupes… ya voy a morir así -me dijo la tortuga con una tristeza que nunca había escuchado.

 

No supe qué decirle, estaba tan triste por ella que empecé a ver lo que nadie en mi habitad conocía. El plástico nos estaba matando. Ya no sólo las especies del mar morían por la pesca excesiva de los humanos, sino por ese ‘plástico’ que no sé por qué usaban tanto. Me devolví para mi coral y empecé a mirar al suelo mientras pensaba en una solución, en ese momento me di cuenta que había un pedazo de alga de las que me gustaba comer, estaba tan ocupado que no había probado bocado, me comí el pedazo de alga que se veía provocativa y me di cuenta que sabía al plástico que mordí cuando traté de ayudar a la tortuga, lo escupí muy asustado.

 

No me morí… no me morí, pero mis hermanos sí. Empecé a entender que el huevo que amaba comer mi mejor amigo eran pepitas de plástico, empecé a entender que algunas “algas’” o lo que parecían algas, eran plástico, empecé a entender por qué la abuela después de comer murió, por qué cada animal en el mundo estaba angustiado porque su hogar, su pedazo de mar, nuestro ecosistema, nuestro espacio en el mundo estaba siendo invadido por los humanos, otra vez, habían usado al mar como basurero, habían empezado a dañar lo que les brindaba comida, lo que permite que se produzca petróleo para su ropa, sus celulares, hasta para la creación del plástico. 

 

Sentí mucha preocupación al saber esto, ¿Cómo iba a avisarles a todos en el mar? No quería que murieran más especies. Toda la noche pensé en qué podía hacer y al final decidí que les iba a escribir una carta. Iba escribir unas palabras para que algún humano, cualquiera que encontrara mi pedazo de alga escrita, la pasara a cada persona que conociera y así pudiera ayudarnos a cuidar nuestra casita.

 

Mar Caribe, noviembre marítimo 2019

 

Ser humano:

 

Si te encontraste esta carta, quiero que sepas que soy un pez jurel, quizás has comido alguno de mi familia alguna vez en tu vida y no te culpo, sé que es la naturaleza con su cadena alimenticia, sólo te pido que comas lo suficiente y no sigas pescando cualquier especie en el mar en exceso, no es necesario. 

 

Te escribo porque necesito tu ayuda, de animal a animal, quiero pedirte solidaridad. Mi familia y algunos de mis amigos de otras especies están muriendo. Descubrí que allá en tierra firme usan mucho plástico, sé que has visto fotos de tortugas sufriendo porque están atrapadas en esos aros para la cerveza, ¿por qué no han solucionado eso? 

 

Cada animal en este planeta tiene una función y si ustedes tienen tantos beneficios gracias a cada animal en el mundo, ¿por qué no nos cuidan? No quiero hacer más reproches, sólo quiero que sepas que estuve buscando y hay soluciones, te hice una lista. Una lista que va salvar mi vida y la tuya. Creo que el mar también está cansado del plástico, se ve más negro, más triste, el agua ya no es la misma, ¿lo has sentido? Mira esto:

 

1. No uses pitillo, no son necesarios. Piensa cada vez que consumas algo de plástico, si es fundamental o no. 

2. Me encontré miles de cubiertos y vasos en el mar. Esos duran muchos años en descomponerse. ¿Por qué no llevas siempre contigo unos cubiertos y un botilito? Te va a durar toda la vida, incluso puedes ponerle stickers o cualquier cosa para hacerlo cambiar de imagen y que perezca nuevo de vez en cuando.

3. Si eres mujer u hombre, dile a las mujeres que la copa menstrual, tiene cinco años de vida útil y que la primera toalla higiénica o tampón que usó en su vida sigue existiendo, dile que decida bien, por su cuerpo y por su planeta. 

4. Por favor, no usen tantas bolsas, usen bolsas de tela o luchen para que las empresas hagan sus productos con plástico biodegradable ¡Ya existe! Hay un sixpack de cervezas en el mundo que es así y los peces se pueden comer eso sin que les haga daño. 

5. El último favor, no desperdicies nada, ni comida, ni objetos, crea consciencia en tu familia, en tus amigos y en el mundo. La naturaleza nos ha dado todo y me muero de la tristeza cada vez que veo que la destruímos, ¿tu construyes o destruyes?

 

Ser humano, te admiro, porque has logrado cosas increíbles, he visto a tus amigos cuidar el mar, pero también he visto a otros de los humanos destruyendo la vida, ¡nos necesitamos! Lucha por mi, por este mundo, porque mi función es otra. Tú tienes el poder en tus manos, eres la especie que puede construir, sostener y cuidar el bien más preciado, con tu conciencia puedes salvar la vida. 

 

Vida. La palabra más preciada en el universo entero. Gracias a ella todo tiene sentido ¡Cuídala y lucha por ella!

 

Si te dicen ¿Plástico? No, gracias. 

 

Con respeto y aprecio:

 

El pez Jurel.